viernes, 30 de octubre de 2015

Copper: un 'Gangs of New York' para la pequeña pantalla

    'Copper' es una versión ampliada y adaptada de 'Gangs of New York'. No es una secuela. No repiten ni personajes ni bandas. Pero mantiene la estética, la dureza, el salvajismo y las tramas de la mítica película de Martin Scorsese

    Pese a que la BBC la canceló al final de la segunda temporada, es una serie que engancha, te golpea en la mandíbula y te quema el cerebro.
    Tal vez le falte una fotografía más cercana a la obra maestra de Scorsese, pero por lo demás es casi perfecta.

    Los personajes son atractivos: buenos y malos a partes iguales, en una ciudad durísima y peligrosísima, una Nueva York en el año 1864, el cuarto año de la Guerra de Secesión, cuando una vida humana vale menos que un dólar.

    El protagonista principal se hace querer. Es el duro detective, exboxeador y excombatiente de la Unión Kevin 'Corky' Corcoran, un sensible (a veces) e implacable (siempre) detective metropolitano de origen irlandés. Le acompañan en la caza de maleantes el agente de gatillo fácil Francis Maguire y de puños rocosos Andrew O'Brien.

    Las investigaciones a las que se enfrenta siempre son complejas, sangrientas y llamativas. En cada una de ellas le ayuda, con métodos científicos innovadores, el médico negro Matthew Freeman, quien le salvó la vida en la batalla de Chancelorsville.

    Corky está liado con Eva, madame de un decadente salón, más típico del oeste, desalmada, pero muy enamorada del agente. Eva protagoniza una de les escenas más bestiales de la historia (y eso que hay muchas así).

    El rico Robert Morehouse, su antiguo comandante en la Guerra Civil americana, es su amigo, a la vez que la rica dama inglesa Elizabeth Haverford. Las desigualdades entre ricos y pobres, y el odio a los negros inundan toda la trama.

    Bienvenidos a la lucha por la supervivencia en el duro barrio de Five Points, el Bronx del siglo XIX, una zona de chabolas e infraviviendas en pleno Manhattan

Foto tomada de jotdwon.es en noticia publicada por Nacho Carretero.

martes, 27 de octubre de 2015

Wayward Pines: Matt Dillon haciendo de Sylvester Stallone en un final poco creíble

    La serie entretiene. Se deja ver. El suspense está siempre ahí. Queremos sabes qué es lo que realmente ocurre en el pueblo de Wayward Pines, idílico, pero con unos habitantes extraños.

    Todo es perfecto en cuanto a la trama, la intriga y la espectación. Hasta que llega el último capítulo en el que se diluye lo bien trazado del guión. Porque es un final de la primera temporada hecho como deprisa y corriendo, con muchos tópicos y desenlaces poco creíbles. 

    Por ejemplo, las terribles criaturas que al principio acechan, al final son menos terribles, pero dejan de ser veloces y las puedes matar de cualquier manera. No cuela. Como si un rotweiller se convirtiera en un chucho.


    Si bien es cierto que el agente del servicio secreto Ethan Burke (Matt Dillon) sufre un accidente y despierta en el hospital de Wayward Pines, entre enfermeras frikis y ciudadanos de comportamiento extravagante, mientras busca a dos compañeros desaparecidos en el pueblo, no es menos cierto que el secreto que esconde esta población de Idaho es inesperada y terrible.

    Muchos pasajes nos acercan al surrealismo de 'Perdidos', mientras que otros nos llevan a 'Solo ante el peligro' o a 'Copland' con el inefable sheriff Stallone o incluso 'El señor de las moscas' y 'Las brujas de Salem'. Todo un bloody mary de géneros.

    Poco a poco no sabemos qué es real y qué es mentira en un poblado del que no se puede escapar por mucho que Dillon lo intente. La respuesta -una locura de explicación- la tiene el psiquiatra Dr. Jenkins (Toby Jones).

    Pam Pilcher (Melissa Leo) y Megan Fisher (Hope Davis) están magníficas. Infunden un miedo atávico. Muy buenos personajes.

    Nota: 8. Interesante, pero no imprescindible.