viernes, 6 de noviembre de 2015

Fargo: Billy Bob Thornton y Martin Freeman provocan escalofríos

    Fargo no decepciona. Todo lo contrario, sorprende. En un principio, sería más que complicado -o casi imposible- superar la calidad de la película de los Hermanos Coen, pues la serie lo logra.

    Todo ello gracias a una mezcla de suspense y brutalidad que no abandonan la historia hasta el final.

    Billy Bob Thornton crea uno de los mejores personajes de la tele: un sicario psicópata y filósofo. Una máquina de matar, sin remordimientos ni complejos. Un ser deleznable, al que no se logra odiar por una especial inocencia o simpatía que desprende, o por la identificación que nos hacemos con un ser, al fin y al cabo, tan desgraciado, pese a ser el dueño de la guadaña.

    Martin Freeman, el apocado vendedor de pisos y locales sufrirá una transformación que lo llevará a convertirse en un demonio en vida. Tampoco lo odiamos porque llegamos a entender los motivos que le llevan a transformarse de un pacífico Jekyll a un mísero Mister Hyde.


     El espacio por el que se mueve la acción, repleta de mentiras, amor, brutalidad, esperanza, tragedia, comedia... es perfecto: una localidad fría y nevada a pocos kilómetros de Reno, ciudad del juego y la mafia. Es como si Disneyland fuera ocupada por Jack 'El Destripador'.


    Parece imposible que en tan anodino decorado, por una simple casualidad de la vida, se desencadene una espiral de violencia tan despiadada.

    También es genial el papel de la policía del pueblo, la siempre lista y empática Molly Solverson.

    Hay momentos antológicos, como en encuentro en un hotel entre Freeman y Thornton. O cuando dos sicarios son enviados a acabar con el segundo. De lo mejor del cine. Porque esta pedazo de serie no se queda en la tele. Esto supera al medio. Es cine, en pequeña pantalla, y del bueno.

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