'El Chapo', la nueva serie de Netflix sobre el jefe del Cártel de Sinalona, es una buena serie, que entretiene y nos permite ver la casi realidad de estos 'robin hood' que no lo son tanto.
Es bastante menos espectacular y engancha menos que la genial obra maestra que es 'Narcos', sobre la vida de Pablo Escobar, el rey de reyes de los narcos a finales de los años 80 y principios de los 90.
Escobar aparece en un capítulo mientras cierra un trato con Joaquín Guzmán Loera, más conocido como 'El Chapo' Guzmán.
La serie toca varios puntos oscuros de la historia de México, como es el asesinato -en un supuesto fuego cruzado entre narcos- del obispo de Guadalajara Juan Jesús Posadas Ocampo, y el juego ambiguo del presidente Salinas de Gortari con los capos mexicanos.
Cansa tanto trasiego de coche en coche y la cara de palo de El Chapo que, por ciento, no para de darle a la sin hueso, chati tras chati, en un combate cara a cara con Nacho Vidal.
La serie entretiene pero le falta trabaja algo más las escenas de tiroteos. Además, muestra a un capo, el 'Chapo' Guzmán que para nada se parece a esta bestia a la que han comparado con Escobar.
Eso sí, los que más miedo dan son los hermanos Arellano Félix (en la serie llamados Avendaño), auténticos psicópatas y el general Blanco. Malas bestias.
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