Es una cachondada de vísceras, viajes en el tiempo, ciencia ficción y un humor absurdo y delirante. Y todo ello casa a la perfección en esta serie desternillante, a la vez que dura y sin concesiones.
La historia de un limpiador de una empresa de biotecnología, Josh Futterman (genial Josh Hutcherson, que recuerda por su físico al protagonista de 'Regreso al futuro'), que llega al nivel 82 de un videojuego de ciencia ficción, y que por ello es reclutado por soldados del futuro para salvar a la humanidad, es una pedazo de serie brutal, repleta de acción, humor irónico-sarcástico, y con mucha mala baba.
Divertidísimos son los intercambios de partes del cuerpo entre los tres (Josh, Tiger y Wolf) después de los saltos temporales. La conversión del guerrero Wolf en una especie de Ferran Adrià de los años 90 con un restaurante underground visitado por Cher, Julia Roberts, Arnold Schwarzenegger, Michael Jackson, etc, etc.
O el momento en que este trío de locos sanguinarios adorables irrumpen en la mansión de James Cameron, de quien hacen burla, a la vez que lo ponen por los cielos, como si fuera un Da Vinci del siglo XX y XXI. En este episodio mezclan '2001: Una Odisea en el espacio' con 'Abyss'.
La crítica social a los años 80 y 90 es salvaje y muy bien traída. Mientras, el científico que podría llevar a la humanidad a la hecatombe, Elias Kronish, lucha por acabar con un herpe labial a base de investigar el semen de zarigüeya.
Que los capítulos solo duren 28 minutos dota a la serie de un ritmo endiablado. De lo mejor que he visto este año.
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