La primera temporada de 'Por treces razones' me ha enganchado. Pensando que me encontraría con la típica serie de instituto americana ñoña y plagada de estereotipos, me he dado de bruces con una historia sórdida y cargada de misterio desde sus inicios.
El porqué del suicidio de la joven estudiante Hannah Baker (bella y perfecta intérprete Katherine Langfort) se encuentra en las siete cintas casette que recibe su compañero de aula y trabajo Clay Jensen (un empanadísimo joven encarnado por el buen actor Dylan Minnette).
Cuando empiece a escucharlas se pondrá en marcha un engranaje oscuro y lleno de suspense que salpica a siete personas clave en la vida de Hannah Baker y que podrían haber sido los culpables de su muerte.
En la serie se cruzan personajes malotes, como el novio de Hannah; el propio Jensen, enamorado de la chica en secreto; su amigo Tony Padilla, amante de los coches clásicos; y una serie de estudiantes que tienen bastante que esconder.
Es una historia de misterio perfectamente rodada y con personajes cargados de fuerza. Es un laberinto que se va creando al ritmo de la atención que Jensen presta a las cintas, siete, en sus caras A y B, desde donde suena la voz de Hannah explicando el porqué del desastre y amenazando con que la vida de todos será peor si no se siguen sus indicaciones post-mortem.
Las dudas, los secretos, las mentiras, el sexo, la envidia y la violencia flotan continuamente en esta pedazo de serie.
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