'El pueblo': desternillante versión rural de 'Aquí no hay quien viva', enfrentamiento cómico entre urbanitas y aldeanos

     'El pueblo' es una comedia, muy buena, en la línea de 'Aquí no hay quien viva'. Desternillante y con muy buenos puntos. Mucho del humor procede del choque entre dos visiones del mundo encontradas: la de los urbanitas y la de la gente de pueblo.

    En esta ocasión, la risa procede de un grupo de protagonistas antagónicos, quejicas, protestones, egoístas y con mucha retranca. Lo mejor es la pareja de 'perro-flautas' o 'come hierbas' interpretada por los magníficos Íngrid Rubio y Santi Millán.

  Estos son los promotores de una ecoaldea abandonada a la que invitan a una serie de urbanistas metidos en problemas. Sin embargo, el pueblo abandonado no lo está, sino que lo pueblan seis personas de lo más diverso. Con ellos chocarán los nuevos pobladores.

    Entre estos destacan la pareja formada por el constructor en horas bajas Juan José Soler (el genial Carlos Areces) y la choni , actriz y excajera de Alcampo Amaya (bestial María Hervás). A ellos se unen una madre  histérica y una hija adolescente protestona desahuciadas; una madre en crisis y su hijo youtuber, gordito y vividor; un roquero en crisis creativa; y dos amigos que se buscan a sí mismos (un quejica y aprovechado pelirrojo y el dimitido jefe financiero de una empresa que se iba a casar y lo deja todo por su crisis personal).

    En el pueblo, aislado en el centro de Soria, vive el alcalde con boina y mucha paciencia (Cándido), El Ovejas (concejal con cagaleras por las hierbas de los hippies), Arsacio (mala leche, odia a los nuevos, siempre lleva la escopeta en ristre y posee el único coche de la aldea, un Renault 6), su mujer y la madre del alcalde. 'El Ovejas', de natural curioso y amante de mirar a través de las ventanas, protagoniza varias escenas memorables.

    Las aventuras y las risas están más que garantizadas en esta comedia genial y repleta de gags de primer nivel.