'The Mandalorian' es una gozada. Engancha y no puedes evitar ver las dos temporadas de una tacada. Es Star Wars en esencia, aderezada con el alma de 'Juego de Tronos', el espíritu samurai y la pistola de Gary Cooper o las espuelas de John Wayne.
Mando, que es el nombre de 'The Mandalorian' o el Mandaloriano, es un cazarrecompensas que tras la destrucción del Imperio se da de morros con Mini Yoda, un bebé de Jedi -sí, ese de habla dislexica y parecido a Jordi Pujol- en una misión muy bien remunerada.
Sin embargo, nacerá una relación especial entre ambos, lo que les hará vivir numerosas aventuras.
Y aquí está lo mejor de la serie: cada capítulo, que goza de independencia con el anterior, aunque sigue un mismo hilo general, es un portento del cine de acción. Además, hay mucho sentimiento y emoción, cuando podemos bucear en las vidas de los extraños seres que pueblan los diversos mundos estelares.
En su escacharrada nave, Mando, que forma parte de un credo similar al samurai, el de los guerreros mandalorianos, viajará por decenas de planetas a la caza de fugitivos, en busca de paz o para localizar al pueblo del Jedi.
Monstruos enormes (como el dragón, en un claro paralelismo a las películas de caballeros medievales), cazarrecompensas avariciosos, ex combatientes de la República, sheriffs radicales, soldados retirados del Imperio, buscavidas y gente fuera de la ley conforman una amalgama que enriquece una pedazo de serie.
Mucha alma, sentimiento y acción. Imprescindible y emocionante.
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