Es una muy buena serie. Una ciudad en la que solo quedan niños. Un virus -o no sé sabe bien qué- ha acabado con los mayores de 22 años. El Gobierno ha declarado Pretty Lake en cuarentena. Ha rodeado su perímetro de vallas electrificadas y soldados armados. No quiere que salga nadie.
Al décimo día de cuarentena casi 10.000 personas habían fallecido ya de manera extraña y súbita tras vomitar sangre. Drama, acción, suspense y ciencia ficción se dan la mano de manera más que efectiva. La tensión se mantiene durante todo el tiempo.
Poco a poco se van sucediendo asesinatos, detenciones y actitudes sin sentido del nuevo poder en la localidad: Chuck Lott, el hijo del fallecido hacendado apoyado por los jugadores del equipo de rugby.
Frente a él estarán los macarras del lugar, los hermanos Creeker. Y entre medias, llevando calma a esta situación de asedio, el granjero Gord y el genio de la informática Adam Jones.
Aparte de la trama principal se van deshojando subtramas efectivas y despacito se van arrojando migas de pan con pistas para comprender qué diablos ha pasado en Pretty Lake.
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