'Crossing lines' es muy normalita. Un poco más que un largometraje de domingo por la tarde y bastante menos que la genialísima 'Luther'.
La idea no es mala. Reúnes a policías de todo el mundo y creas una especie de Europol con mala leche. En teoría se enfrentan a crímenes especiales. En la realidad son asesinatos que ya hemos visto decenas de veces en series mediocres.
Huele todo a ya rodado, a poco original y a nada trabajado. Ya hemos visto hasta la extenuación, en anteriores películas y/o series, las posturitas de duro del agente de Irlanda del Norte, la preocupación de madraza de la agente femenina de Italia o los ramalazos atormentados del comandante del equipo, llegado de la Francia. Lo mismo pasa con los inventos tecnológicos del Polizei alemán.
Se deja ver, pero no tiene alma. Entretiene, pero a los cinco minutos nos hemos olvidado. Le falta garra y fuerza. Todo lo que ofrece está muy manido y no sorprende.
Son clichés reactualizados. Es como una hamburguesa de McDonals cuando podría haber sido un plato de Ferran Adrià.
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