'Marseille' en su primer capítulo es floja, flojita... Un alcalde, Robert Taro, con un pasado turbio (interpretado por el ciudadano ruso Gerard Depardieu) solo piensa en construir un Casino en el puerto, ver a su mujer tocar el violoncello y alejar a su hija de los barrios bajos, tipo 'banlieu'.
Como lleva 20 años de alcalde y se ha cansado de las derrotas del antaño poderoso Olympique de Marsella (convertido en un gris RCD Mallorca), le va a pasar el testigo a su número dos, un más que turbio modernito, Lucas Barrès (Beînot Magimel), graduado en Harvard(cete). Este rubito -de aspecto impoluto y asexuado, pero una bestia sexual y mafiosilla- es el amor platónico de la hija del alcalde, Julia Taro.
Esta, a su vez, trabaja de becaria en el periódico más importante de la ciudad, pero solo le encargan noticias sobre certámenes de cupcakes y la confección -inventada, eso sí- del horóscopo.
Esta joven entre pija y rebelde está relegada porque no quiere firmar con el apellido de su padre, el alcalde, lo que daría prestigio al diario que se hincharía a vender ejemplares en todos los semáforos del puerto.
Ella prefiere que su novio-exnovio-amiguete, melifluo, habitante de los barrios más marginales de la ciudad, la lleve con él para hacer reportajes de peligrosos criminales. Sin embargo, el novio, blanquito y llorón, se dedica a robar joyerías cuyo botín le quitan a guantazos y se quedan los más malotes del barrio...
No sé. Ya estoy agobiado. Lo intentaré con el segundo capítulo y si sigue así de flojo, falto de interés y ritmo, y trufado de típicos tópicos, apago Netflix y me pongo un dvd de la ya mítica Farscape (esó sí que es una serie cinco estrellas).
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