martes, 3 de septiembre de 2019
'Èrase una vez en Hollywood', de Quentin Tarantino: la primera hora un pelmazo, la segunda entretenida y el final, apoteósico
Lo mejor de 'Érase una vez en Hollywood' es su brutal, bestial y salvaje final. Con ese punto de humor socarrón y desquiciado del genio de Tennessee. Cierto que con Tarantino hay mucho de amor/odio.
En este caso la primera hora es algo plasta (me planteé salir del cine), la segunda es entretenida y la última media hora es de lo mejor del cine actual. Todo es como muy loco, deslavazado, sin sentido ni conexión.
Me encantan 'Kill Bill', 'Jackie Brown', 'Death Proof', 'Malditos bastardos' y 'Los odiosos 8'. Me gustan 'Pulp Fiction' y 'Django desencadenado'. No me acaba de convencer 'Èrase una vez en Hollywood'. Pero no me gusta nada 'Reservoir dogs'.
En su última cinta destaca la interpretación del tranquilo/desfasado personaje que encarna Brat Pitt (está genial), sobre todo en su encuentro con Bruce Lee y los partidarios de Charles Manson.
La química de Pitt con Leonardo DiCaprio es excelente. Este último también borda el papel. Como genial es ver a Margot Robbie como Sharon Tate, la mujer de Roman Polanski.
En esta película Tarantino ha introducido todas sus filias y sus fobias, tanto musicales (increíble banda sonora) como de películas del oeste, libros pulp, ambientación (año 1969), televisión, etc.
Aunque sigo pensando en la cinta, no la volvería a ver. Parece hecha solo por y para goce y disfrute del propio Tarantino quien concentra en las personas, objetos y diálogos todo su mundo admirado y odiado.
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