Cuando el mafioso arrepentido, tiene que ir a cazar un lobo, de madrugada, a 20 grados bajo cero, con unas molestas raquetas de nieve y acompañado de dos gañanes escandinavos, no puede más y se pregunta: "¿Por qué no elegí las Bahamas?". Entonces te das cuenta que 'Lilyhammer' es una pedazo de serie.
Mafiosos, humor, amistad, mala leche, acción, racismo, tolerancia, crítica social... Todo ello se une en un cóctel explosivo que hace las delicias del público amante de 'Los Soprano' o 'Breaking bad'.
Sin embargo, no es lo mismo. 'Lilyhammer' tiene mucho más de comedia, de esperpento y de absurdo.
Con solo ver la cara de Frank Tagliano (enorme Steven Van Zandt, que fuera Silvio Dante en 'Los Soprano'), al llegar a la ciudad noruega que acogió los Juegos Olímpicos de 1994, ya descubres que la serie será más que entretenida. Y es porque esta ciudad (Lillehammer) ha caído en la decadencia más absoluta, y a partir de aquí solo puede haber más decadencia y más purrela.
El momento en que el exmafioso italiano, acogido al programa de protección de testigos del FBI, aborda a Yusuf en el baño es antológico. Le llama talibán y le amenaza con arrancarle las pelotas si no le da la mano a la profesora de noruego. Un saludo que el barbudo había rechazado antes al asegurar, despectivamente, que "en el Islam no se le da la mano a las mujeres".
Otro momento disparatado es cuando un camionero español pierde el control del vehículo y se empotra contra unos árboles. Se esconde y es cuando un taxista y su amigo siniestro le roban cajas de aceite suave de Andalucía en las que se esconde en realidad whisky de contrabando. Cuando llega la banda propietaria de la partida, golpean al caminero al que califican de "apestoso spaghetti".
Una serie genial para disfrutar y reírnos también del sistema noruego de tolerancia e integración.
-Aquí preferimos el uso del diálogo para arreglar los conflictos -le dice una profesora al exmafioso que momentos antes ha visto como tres niños pegaban al hijo de su novia.
Ya en el coche, recomienda al muchacho: "La próxima vez que veas a ese grandote, sin mediar palabra, le atizas en la nariz con una bolsa llena de piedras...ya verás como no te molestará nunca más".
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