La serie 'Stranger things' es adictiva. Es una mezcla -más bien un cóctail explosivo- integrada por porciones del libro -y película- 'It' de Stephen King y la maravillosa adaptación cinematográfica de la melancólica, nostálgica y terrorífica 'Stand by me' (Cuenta conmigo).
A todo ello hay que añadirle el más puro aroma ochentero de esa obra maestra, repleta de aventuras, amistad y nostalgia, llamada 'Los Goonies', producida por Steven Spielberg. Una obra maestra de la cinematografía, poderosa donde las haya, al nivel de 'El Club de los Poetas Muertos'. Rabia, hermanda, sentimientos...
Ambientada en el año 1983, con banda sonora de la época y bajo la égida de 'Risky business', con Tom Cruise a un escalón de la celebradísima 'Top gun', 'Stranger things' es la epopeya de cuatro amigos de 12-13 años que viven en un pueblo perdido de Indiana.
Allí, deberán investigar la extraña desaparición de uno de ellos, Will Byers, en colaboración con el sheriff borrachuzo y pendenciero Jim Hopper (un excelente David Harbour) y la madre del desparecido, Joyce Byers (lo peor de la serie es la inaguantable sobreactuación desaforada, histriónica y exasperante de Winona Ryder).
Mención aparte al aterrador Doctor Martin Brenner (Matthew Modine) y a la no menos terrorífica -a la vez que desvalida y abusada- niña con poderes Once o C. (Millie Bobby Brown).
El terror es la parte principal de esta serie imprescindible. Como 'Los Goonies', está protagonizada por niños, pero no es para estos, sino para adultos acostumbrados a la horripilantes películas y libros del maestro King.
Mucha acción, ciencia ficción y miedo -con hechos sobrenaturales, llegados de otra dimensión- dominan los ocho capítulos de la primera temporada. Muy buena. Excelente. Para gozar. La lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad es épica.
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