Los treinta primeros
minutos son de transición. Se va gestando el drama y la acción. Un cuarto de
hora después alcanza una gran intensidad para finalizar con una explosión
pirotécnica de elevado calibre.
Dirigida por el
laureado Sam Mendes (Skyfall y American Beauty), '1917' no es una obra maestra, pero
está muy cerca de serlo. No en vano, hace unos días recibió el Globo de Oro a
la mejor película y al mejor director.
La cinta, estrenada
ayer en los cines de toda España, narra un día de abril en la Gran Guerra. Dos
jovencísimos cabos del ejercito expedicionario británico son elegidos para una
misión suicida. Deben atravesar el territorio enemigo para comunicar a dos
batallones ingleses que han caído en una trampa alemana.
A partir de ahí se
desarrolla una 'road movie' trepidante y llena de acción en la que ambos
soldados se enfrentarán a las más exigentes pruebas. Mientras, el genio de
Mendes nos entregará poderosas píldoras visuales sobre la brutalidad de la
contienda.
Hay al menos tres
secuencias de una intensidad dramática absoluta. Y un final que quita el
hipo. Es un largometraje que bien podría haber firmado Steven Spielberg.
Pura dinamita.
El director de 'Zona
hostil' (sobre la Legión española en Afganistán), Adolfo Martínez, destacó en
el preestreno de '1917' en Madrid, organizado por la Plataforma Millán Astray,
que el filme está dedicado al abuelo de Sam Mendes, que luchó en la Gran
Guerra. "Le ocurrió exactamente lo mismo que a Hitler: fue cabo, tuvo
misiones parecidas, le hirieron dos veces y recibió varias medallas".
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