Y es tediosa porque, aparte del buen papel de cansan las bromas, entre infantiles y predecibles, que gasta Rodrigo Medina (flojito Maxi Iglesias) con Sebas Cano (Chani Martín). Unos chistes de vergüenza ajena si pensamos que se trata de una unidad de élite especializada en casos de personas desaparecidas. Un poco de seriedad no vendría mal, si acaso humor negro, pero las añagazas de colegiales como que sobran.
Solo salvaría de la quema a Elvira Mínguez y Michelle Calvó, además de Juan Echanove.
El principio de la serie, el primer capítulo, aunque de final triste, es otra oda al mundo chachiguai y molon de los cooperantes internacionales, no por su labor, más que encomiable, sino por la cursilería que gasta el novio de Michelle Calvó en sus intenciones: más topicazos marujiles de primero de infantil.
A perder el tiempo a otra parte.
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